La pandemia ha generado una oleada de consultas de padres que desean privar de la herencia a sus hijos. Aunque las razones  son muy variadas, en muchos casos parten de un denominador común: la sensación de abandono que muchos mayores experimentan respecto de sus hijos.

Hasta hace relativamente poco, la posibilidad de desheredar a un hijo se antojaba difícil, pues las causas de desheredación estaban muy tasadas en la Ley, no siendo posible “salirse de la norma”.

Afortunadamente, hoy en día no es así. Gracias a la nueva doctrina del Tribunal Supremo relativa al maltrato psicológico, estas situaciones de abandono se pueden utilizar para justificar la decisión de desheredar a un hijo. Ahora bien, que la desheredación por abandono sea posible es una cosa y que no plantee problemas en el futuro, es otra muy distinta.

Y es que hay que tener presente que fallecido el testador, corresponde al heredero beneficiado probar que el testador tenía sobradas razones para actuar como actuó. Esto convierte al heredero beneficiado en una suerte de garante de la voluntad del fallecido.

Es por esto por lo que si tenemos idea de desheredar a un hijo, conviene hacer las cosas bien, pues evitaremos muchos quebraderos de cabeza en el futuro. Es obvio que nada puede impedir que el hijo desheredado pueda, eventualmente, impugnar el testamento conteniendo la desheredación; pero si la desheredación está bien planteada y bien planificada, lo más probable es que esa impugnación futura no llegue a tener mucho recorrido pues gracias a nuestro protocolo de actuación, generaremos la prueba necesaria para que la parte desheredada tenga muy complicado acreditar lo contrario.

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